El día 25 de Febrero, celebramos el Miércoles de Ceniza, una ocasión especial para prepararnos para Semana Santa. Hoy empieza la Cuaresma, el tiempo en el que nos preparamos para la muerte y Resurrección de Jesús. El Padre Miguel Córdoba ha impuesto a nuestros alumnos la Ceniza en un acto precioso de oración, cercanía y recogimiento.
Desde los más pequeños a los más grandes han aprendido a dar sentido al símbolo de la Ceniza. Mientras el sacerdote hace la señal de la Cruz sobre la cabeza de cada persona, imponiéndonos las cenizas, dice las palabras inspiradas del capítulo tres del Génesis, cuando Dios castiga a Adán y Eva. «Recuerda, hombre, que eres polvo y al polvo volverás». Con esta expresión, o «Convertíos y creed en el Evangelio», empezamos la Cuaresma.
La Cuaresma, pórtico de la Pascua, se inicia con un símbolo de la nada, de la muerte y de la conversión: la ceniza del miércoles. Culmina con unos símbolos de vida en la “madre de todas las vigilias”: fuego, luz y agua. Es el recorrido ascensional de la muerte a la vida, que va de la cuarentena cuaresmal a la cincuentena pascual.
Desde el siglo XII la ceniza se hace con ramos de olivos y palmas bendecidos en el Domingo de Ramos anterior. Recuerda la caducidad humana, nuestra frágil condición que camina hacia la muerte; esto nos hace meditar y nos llama en nuestra vida cristiana a la seriedad en los compromisos bautismales. Simboliza también nuestra condición pecadora, lo cual invita a la lucha contra todo lo que contradice nuestra condición bautismal. Significa también la oración ardiente al Señor para que venga en nuestro auxilio. Finalmente es signo de resurrección porque el hombre, que es polvo, está destinado a participar en el triunfo de Cristo: muriendo con Cristo al pecado, resucitaremos con Él a la nueva vida, cuyo germen ha sido depositado en el cristiano en su bautismo.
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