En 1846 nació en Burgos Andrés Manjón y Manjón. Su formación fue profundamente religiosa y culminó con su ingreso en el Seminario cuando apenas tenía 14 años. Catedrático de Derecho Canónico en la Universidad de Valladolid y, posteriormente en la de Granada, llegó a esta ciudad en 1880 y fue aquí donde desarrolló su mayor genialidad pedagógica.
Su éxito radicó en que sus alumnos vieran referencias a la realidad (“Y, en efecto, sus lecciones de Matemáticas están plagadas de ejemplos, reflexiones, ejercicios, problemas y aplicaciones en los que llama la atención sobre los problemas que aquejan a la sociedad que le rodea y que a él más le preocupan: la ignorancia, la enfermedad, los vicios morales y materiales, la indiferencia religiosa, la guerra, etc.” (Real, Segovia y Ruiz, 2009) en las materias que se les enseñaba y darle mayor relevancia al juego, educar jugando: “No olvidéis que entre un sabio y un niño prefiere el niño a su compañero, y seréis tanto más sabios enseñando cuando os hiciereis más niños. Jugad pues con vuestros alumnos, pero no olvidéis que sois el niño mayor cuyo oficio es dirigir a los juegos a algún fin pacífico sin violencia” (Manjón, 1900). Todo esto sin perder de vista a qué niños iban dirigidas estas enseñanzas (los del Sacromonte y alto Albaizyn, barrios deprimidos de la ciudad). Por ello aprovechó los espacios incomparables de sus Escuelas, plasmando en el suelo lo que el niño podía asimilar mejor, mapas con ríos, montes, valles, etc., y acudiendo a herramientas fácilmente manejables por los niños, para captar su atención, ya que las tomaban como juguetes. Era hacer que todas esas facetas del saber se condensaran en una sola para alcanzar el conocimiento en toda su extensión. O lo que es lo mismo: aceptar que las facultades intelectuales del alumno son suficientes para alcanzar ese conocimiento plenamente. El marco incomparable de Valparaíso, que era la mayor e inigualable expresión de la naturaleza, fue un elemento fundamental en la consecución de los objetivos. Allí estaban los mapas, los círculos, los ladrillos, las figuras humanas y el corazón de D. Andrés.
La Pedagogía es “la ciencia y el arte de educar e instruir al hombre, esto es, un conjunto de principios científicos y reglas prácticas cuyo objeto final es hacer hombres y mujeres cabales y completos, tal cual Dios los quiere y la sociedad los necesita”. D. Andrés Manjón y Manjón. Texto extraído del Discurso leído en la solemne apertura del curso académico 1897-1899 en la universidad Literaria de Granada.
Siguiendo el pensamiento de nuestro fundador, en el Colegio Ave María San Isidro perseguimos las condiciones pedagógicas para alcanzar una buena educación:
- Debe ser una, por el fin cristiano que persigue y la unidad de criterio del magisterio, que educa, al aplicar los procedimientos y métodos pedagógicos.
- Debe ser integral, para que abarque al hombre todo, haciéndolo completo, sano y apto en el alma y cuerpo para cumplir su destino temporal y eterno.
- Debe comenzar desde la cuna, desde la más tierna infancia.
- Debe ser gradual y continua, de acuerdo con el desarrollo físico y espiritual del educando, y ajustada en su proceso, a las distintas facultades y tiempos.
- Debe ser progresiva, como consecuencia de lo anterior, ascendiendo despacio y gradualmente, en el perfeccionamiento.
- Debe ser secular, tradicional e histórica, haciéndola apta para disponer de los bienes legados por las generaciones precedentes y transmitirlos a las siguientes generaciones, aprovechando la experiencia del pasado.
- Debe ser orgánica y armónica, para que el cuerpo y el alma vivan en armonía y sus facultades sean desarrolladas según pida su naturaleza.
- Debe ser instructiva y educadora, pues la educación y la instrucción son necesarias y complementarias.
- Debe ser convergente, orientada constantemente hacia un objetivo, trabajando con método en orden a un fin determinado.
- Debe ser activa, tanto por parte del alumno como del maestro, a la vez, y no meramente pasiva.
- Debe ser sensible o estética, fomentando los sentimientos nobles del alma por el gusto de lo bello y de lo bueno. Junto a la inteligencia y la voluntad conviene educar la sensibilidad, haciendo la enseñanza agradable e intuitiva, para que produzca dicha, favorezca el orden intelectual y contribuya al orden moral.
- Debe ser artística, cultivando las tres artes: música, dibujo y poesía. Y manual, pues no basta gustar y saber, se necesita saber y de aquí la necesidad de ejercitar la manos con ejercicios prácticos que preparen para un arte u oficio que les sirva en el futuro.
- Debe ser moral, para invertir al educando en un hombre bueno, honrado y virtuoso modelando corazones sanos, buenos y santos de acuerdo con la doctrina de la Iglesia, con el ejemplo de padres y educadores.
- Debe imprimir carácter, forjando hombres orientados hacia fines nobles.
- Debe ser libre, para que los padres elijan los establecimientos que prefieran para la educación de sus hijos, libertad académica para elegir escuela, método y maestro.
En la consecución de todos estos aspectos tiene un papel fundamental el juego. Los niños necesitan jugar, es un sentimiento innato, por tanto el desarrollo y el aprendizaje se realizará de una forma natural si utilizamos el juego como aliado fundamental en la enseñanza. Practicar una pedagogía activa facilita a nuestros alumnos la comprensión y la retención de los diversos contenidos y materias. Para ello, conjugamos la metodología de la pedagoga manjoniana con otras metodologías activas más valoradas en la enseñanza del siglo XXI, tales como el Aprendizaje Basado en Proyectos o el Aprendizaje Basado en Números.
Fuente de información:
- http://www.juntadeandalucia.es/educacion/vscripts/w_bcc1812/w/rec/3049.pdf Canes Garrido, F. (1999) “Las escuelas del Ave María: una institución renovadora… En Revista Complutense de Educación, col. 10, nº 2, pp. 149-166.
- Manjón, A. (1900). El pensamiento del Ave María. Granada: Imprenta de las Escuelas del Ave María, 76.
- Real, I., Alex, I. y Ruiz, F. (2009). La enseñanza de las matemáticas en Andrés Manjón. Revista Educación, Universidad de Granada, 22:1, 105-123.
HIMNO DE LAS ESCUELAS DEL AVE MARÍA
GLORIA, GLORIA AL GENIAL PEDAGOGO
DE LA ESCUELA CRISTIANA SOSTÉN
QUE PASÓ POR LA TIERRA TRIUNFANTE
DERRAMANDO A RAUDALES EL BIEN.
GLORIA, GLORIA AL MENTOR DE LA INFANCIA
QUE LA SENDA DE CRISTO SIGUIÓ
Y LA ESCUELA DEL AVE MARÍA
EN LA HERMOSA GRANADA FUNDÓ.
MIRANDO SIEMPRE HACIA LO ALTO
LA VOZ DEL CIELO LE DECÍA:
AVE, AVE, AVE, MARÍA
AVE, AVE, AVE, MARÍA.
CON ESTE HERMOSO LEMA,
QUE EL CIELO LE INSPIRÓ,
LA ESCUELA AVEMARIANA
EN UN CARMEN FUNDÓ.
SON SUS ESCUELAS LUZ Y ALEGRÍA
DONDE APRENDIENDO ESTÁN
ENTRE PLEGARIAS DE AVE MARÍA
LOS NIÑOS QUE ALLÍ VAN.
EL PAN DEL CUERPO DAN CON CARIÑO
Y PARA EL ALMA AMOR,
CIENCIA CRISTIANA DEJA A SUS NIÑOS
EL SANTO FUNDADOR.
¡GLORIA, GLORIA, GLORIA AL FUNDADOR!
¡GLORIA, GLORIA, GLORIA AL FUNDADOR
POR SIEMPRE GLORIA AL FUNDADOR
POR SIEMPRE GLORIA AL FUNDADOR!
¡GLORIA AL FUNDADOR!
¡GLORIA AL FUNDADOR!